A diferencia de otras ideologías (liberalismo, socialdemocracia, etc.), el conservadurismo no tiene un contenido ideológico unívoco y adopta formas diferentes en distintos periodos históricos. Una base común es sólo la idea de la lealtad a las tradiciones, los valores o la preservación del statu quo existente. Un rasgo característico del conservadurismo es la capacidad de cambiar en respuesta a los cambios de la sociedad. Sin embargo, es posible distinguir principios y valores estables en la ideología del conservadurismo.
- la sociedad es un sistema orgánico e integral, que no puede reducirse a la totalidad de las personas que viven actualmente. La sociedad es un sistema de normas, costumbres, tradiciones, instituciones, enraizadas en la historia, por lo que cualquier principio político debe adaptarse a ellas. Si se intenta cambiar una parte del sistema, se corre el riesgo de destruir todo el organismo. Dado que la mente humana está limitada en su capacidad de percibir la sociedad en su totalidad, cualquier intento revolucionario de implementar modelos especulativos de una sociedad ideal no puede tener éxito en principio. Por lo tanto, se debe preferir la institución existente a cualquier esquema teórico.
- la idea de preservar las tradiciones. Sólo tres fuerzas, según los conservadores, pueden mantener «la naturaleza nada perfecta del hombre bajo control»: la religión, el miedo al castigo y la presión de las tradiciones sociales. De ahí la conclusión: los valores e instituciones tradicionales, como la familia, el Estado, los rituales, etc., deben reforzarse por todos los medios.
- La institución existente debe tener preferencia sobre cualquier esquema teórico. Debido a la menguante influencia de la religión, los conservadores recurren a la historia para reforzar la unidad nacional y formar un sentimiento de identidad colectiva. Por lo tanto, la conservación de las instituciones tradicionales no es sólo un respeto por la propia historia, sino también un factor político. Los conservadores son «campeones del glorioso pasado».
- una orientación hacia la autoridad estatal que actúa como conductora de una voluntad unificada. La interpretación conservadora del Estado, a menudo denominada patriarcal, parte del papel paternalista del Estado. El Estado se entiende como una especie de «gran padre», como en la familia campesina patriarcal. «Al mismo tiempo, el papel del Estado es doble y de doble filo: por un lado, el poder del Estado sobre sus súbditos es prácticamente ilimitado, pero, por otro lado, está dotado de poderes extraordinarios porque tiene la plena responsabilidad social del destino de sus súbditos; la represión estatal se convierte en la otra cara del cuidado y los mimos del Estado»[3].
- La incredulidad en la posibilidad de la igualdad social entre las personas. Los conservadores son pesimistas sobre la naturaleza humana y escépticos sobre la razón humana, las aspiraciones de mejorar la sociedad y asegurar la felicidad para todos. Los conservadores europeos «tuvieron que considerar al individuo como un ser social, apoyarse en los factores sociales que constituyen la base fundamental del individuo y explicar, en última instancia, por qué la sociedad no es reducible a una configuración artificial construida sobre la base de los individuos»[4].
- La propiedad privada es el garante de la libertad individual y del orden social. Rechazo de la injerencia política en la vida económica: en relación con la economía, la política debe ser neutral. Las funciones del poder político son establecer los límites dentro de los cuales los individuos pueden actuar, proteger sus derechos y garantizar su seguridad.
- La descentralización del poder, que se consigue eliminando gran parte del poder del gobierno central y devolviéndolo al nivel local, y distribuyendo las funciones económicas y sociales del poder a los grupos de interés.